- Author, Redacción
- Role, BBC News Mundo
Con los niños a cuestas, con los ancianos enfermos, con las cuatro pertenencias que pudieron agarrar de sus casas. Con el frío en invierno y ahora con el calor que empieza a apretar.
Más de un millón y medio de palestinos iniciaron hace siete meses un éxodo en busca de refugio tras el inicio de la ofensiva militar israelí en Gaza que les ha llevado a un peregrinaje que no parece tener fin.
Con la vista siempre puesta en el sur, donde las tropas israelíes les dijeron que estarían “seguros”, una marea humana se ha visto desplazada desde Yabalia hasta la Ciudad de Gaza, de ahí a Deir al Balah y Jan Yunis y, por último, hasta el final de la escapada, Rafah, donde ya no se puede avanzar más por el muro que separa oesta ciudad de Egipto.
Ahora Rafah tampoco es seguro.
El ejército israelí inició hace días operaciones en la ciudad, donde asegura que se esconden miembros de Hamás, y ha ordenado la evacuación de la zona este del municipio fronterizo, en el que antes de la guerra vivían 280.000 personas y que ahora acoge más de 1,4 millones.
Les piden que se desplacen hasta Al Mawasi, una zona agrícola arenosa que Israel ha designado como “zona humanitaria” y que ha extendido hasta Deir al Balah y partes del oeste de Jan Yunis. Aseguran que allí encontrarán hospitales y tiendas de campaña así como suministros básicos.
Solo en las últimas dos semanas más de 800.000 personas han tenido que abandonar Rafah, según cifras de la ONU. La toma del paso fronterizo con Egipto por parte de las tropas israelíes, también ha bloqueado la entrada de ayuda humanitaria, y la Naciones Unidas ha denunciado que se están quedando sin alimentos y combustible para sostener a la población.
«A nadie le importa nuestro destino»
Ghada el Kurd, madre de dos hijos que ha tenido que mudarse seis veces en los últimos cuatro meses ya no sabe qué hacer.
“Estoy muy confusa… no tengo adónde ir. Este es el último lugar que conozco”, dijo la mujer, desplazada en Rafah, a la BBC.
“Si quiero volver a Jan Yunis, no hay dónde ir, está todo destruido. Y la zona de Al Mawasi está masificada y ya no puedo vivir más en una tienda de campaña, hace mucho calor y mi salud no me lo permite. Y en Deir al Balah… hay muchos bombardeos… y es muy peligroso”, lamentó.
En una situación similar está Rasha Sheij Jalil, que también estaba desplazada en una tienda de campaña en Rafah con su marido y sus cuatro hijos cuando recibió la orden de evacuación.
Rasha se preparaba para regresar a su barrio de Ciudad de Gaza cuando recibió la noticia de que tenían que volver a ponerse en movimiento.
“A nadie le importa nuestro destino. En siete meses no hemos tenido comodidad ni tranquilidad”.
“No hay adónde ir»
Los intensos bombardeos israelíes que se iniciaron el pasado 7 de octubre, en represalia por el ataque de Hamás que dejó 1.200 muertos y 252 secuestrados, han afectado gravemente a casi la totalidad de la Franja, una de las zonas del mundo más densamente pobladas.
Gran parte de sus edificios han quedado en ruinas, y cientos de miles de personas malviven en carpas y tiendas de campaña instaladas por la UNRWA, la agencia de la ONU para los refugiados palestinos, o fabricadas por ellos mismos con plásticos, chapas y lonas.
Muchas se encuentran en zonas con apenas acceso a agua, duchas, retretes o algún tipo de saneamiento. La malnutrición y las enfermedades infecciosas causan estragos desde hace meses, según la ONU.
La UNRWA calcula que el 75% de los gazatíes han tenido que abandonar sus hogares en una guerra en la que ya han muerto más de 35.000 personas, según cifras del Ministerio de Salud de Gaza.
“No hay adónde ir. Jan Yunis, que quede claro, son escombros”, confirmó a la BBC James Elder, portavoz de Unicef, que visitó el mes pasado Gaza. “He caminado por esas calles de Jan Yunis. No está un poco destruida, está completamente devastada”.
Sobre Deir al Balah, Elder aseguró que “tiene aguas residuales brotando por las calles porque la red de saneamiento está destrozada, y Al Mawasi es una playa, una zona arenosa, y el verano empieza a llegar”.
“Nos han llegado informaciones de niños muertos por deshidratación. Así que, cuando nos dicen que la gente tiene que desplazarse a las zonas humanitarias, es una terrible ironía, porque los trabajadores humanitarios no están operando en esas zonas”, denunció Elder.
A pesar de ello, añadió, “las familias se moverán. Se desplazarán porque, o se mueven, o serán bombardeadas”.
Testimonios como el de Ghada y el de Rasha se multiplican por toda la Franja.
En el norte de Gaza, donde se estima que unas 300.000 personas están atrapadas, el Programa Mundial de Alimentos de la ONU ha denunciado que se está experimentando una «hambruna en toda regla» debido que no llega la ayuda humanitaria.
Pertenencias quemadas
“Desde que empezaron a bombardear al inicio de la guerra nos hemos movido a distintos sitios. Esta es la octava vez que nos desplazamos”, relató una mujer que no quiso identificarse al programa Gaza Lifeline del servicio en árabe de la BBC.
Residente del barrio de Al Zeitun, en Ciudad de Gaza, que ha sido escenario recientemente de una intensa operación del ejército israelí y ha obligado a más de 100.000 personas a desplazarse, la mujer y su familia no se han dirigido al sur, pero han peregrinado por distintos hospitales y escuelas en busca de refugio a lo largo de los meses, en un periplo aterrador.
“Nos pidieron que nos fuéramos al oeste de Gaza sin aviso. Salimos a las 2 de la madrugada y llegamos a las escuelas por la mañana. Pasamos todo ese tiempo sin comer ni beber agua, con los niños caminando delante de nosotros. Algunos llevaban a sus hijos o a familiares ancianos en sillas de ruedas hasta que llegamos al campamento de desplazados”, relató al programa.
Cuando acabó la operación y quisieron volver a sus casas a recuperar sus pertenencias, se encontraron con que las tropas israelíes las habían quemado, denunció.
“Bombardearon a gente cuando iban de camino a inspeccionar sus posesiones. No sabemos qué ha sucedido con nuestras casas. Dicen que han tirado abajo muros o que han sido completamente destruidas. ¿Adónde vamos a ir?¿A quién acudiremos?”, lamentó la mujer.
Otro vecino de Al Zeitoun, Atef Muhammad Ahmad Al-Mashalti, se desplazó con su familia a Yabalia cuando empezaron los bombardeos, pero luego se instaló en otro barrio de la Ciudad de Gaza, Sheij Raduan.
Como tanto otros, Atef y su familia tuvieron que huir de casa con lo puesto, y poco a poco se han ido quedando sin recursos: “Todos estos desplazamientos requieren de mucho esfuerzo y dinero para poder empezar una nueva vida”, explicó el hombre al programa Gaza Lifeline.
“Solo Dios sabe el calvario por el que estamos pasando”, agregó.
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