En un momento en que el desarrollo de software se acelera y las aplicaciones se multiplican, el testing —el proceso que garantiza que todo funcione como debe— sigue siendo una piedra en el zapato para muchos equipos. Costoso, lento y difícil de escalar, el modelo tradicional de pruebas, manuales o automatizadas por ingenieros, está quedando atrás. Frente a ese diagnóstico, dos jóvenes cordobeses decidieron hacer algo diferente.
Facundo López Scala e Ignacio Solorzano, amigos desde la adolescencia y con trayectorias complementarias en tecnología, fundaron Bugster, una startup que promete cambiar para siempre la forma en que se testean las aplicaciones. Su propuesta es simple pero eficaz: un «agente de inteligencia artificial« que entra a las apps como si fuera un usuario común, las recorre, detecta errores y genera reportes. Todo de forma automática y a una fracción del costo tradicional.
“Yo trabajaba como tester automatizado y veía que incluso las grandes empresas gastaban fortunas en procesos que estaban rotos”, cuenta López Scala. “Nos dimos cuenta de que había una forma más inteligente de hacerlo”.
Una idea nacida en Córdoba, con mirada global
Aunque Bugster se lanzó formalmente a principios de 2024, el trabajo full-time empezó en julio del año pasado, cuando los fundadores pasaron de juntarse los viernes a tiempo completo. El contexto también jugó a favor: la explosión de la inteligencia artificial como herramienta transversal. “Nos subimos a esa ola y el timing fue ideal”, reconoce López Scala. Actualmente, la empresa tiene sede en Córdoba, pero está legalmente radicada en Estados Unidos, y gran parte de su operación apunta al mercado internacional.
Ya trabajan con 12 empresas, principalmente de Colombia, México y Argentina, y están iniciando una nueva estrategia para llegar directamente a desarrolladores individuales. El modelo de monetización combina dos formatos: uno custom para empresas y otro freemium para usuarios individuales (los primeros 200 minutos son gratuitos y luego se cobra US$ 0,02 por minuto de uso del agente).
Cómo funciona Bugster
A diferencia del testing automatizado tradicional, que requiere que ingenieros programen scripts específicos, Bugster funciona como un tester autónomo que interpreta la lógica de la aplicación y navega por ella como lo haría un usuario. Ante cambios menores, se adapta; ante modificaciones importantes, solicita retroalimentación para continuar aprendiendo.
Este modelo no solo ahorra tiempo, sino que también permite que los errores se detecten antes de llegar a producción. “Lo que a un humano le lleva dos días, el agente lo hace en horas o mientras dormís”, resume López Scala. Además, libera recursos valiosos en los equipos de desarrollo, que ya no tienen que destinar esfuerzos a construir y mantener suites de testing.
Feedback, inversión y próximos pasos
El feedback de los primeros clientes ha sido “muy bueno”, asegura López Scala. En esta etapa de validación, trabajaron muy de cerca con sus usuarios para ajustar la plataforma y sumar nuevos casos de uso. “Queremos que Bugster sea global desde el inicio, que funcione para cualquier empresa, sin importar su tamaño ni su país”.
El plan a futuro es claro: escalar globalmente, especialmente en el mercado estadounidense, donde apuntan a equipos de startups modernas. “Sabemos que estamos compitiendo en una liga mayor, pero también que tenemos algo distinto. El testing tradicional está pidiendo a gritos una solución más ágil, accesible y efectiva”, finaliza.