YPF está protagonizando una de las transformaciones más ambiciosas de su historia. Bajo el liderazgo de Horacio Marín, su presidente, la empresa nacional de energía avanza con un plan que excede lo corporativo y se propone convertirse en una fuerza motriz para la economía argentina. Con metas claras, inversiones récord y una apuesta tecnológica sin precedentes, el proyecto «YPF 4×4» apunta a cuadruplicar el valor de la compañía en cuatro años y consolidar a Argentina como un jugador clave en el mercado energético global. El corazón del plan de YPF es Vaca Muerta, la formación no convencional que puede posicionar a la Argentina como exportador neto de energía.

«Esto no es un plan de una empresa, es un plan de país», afirma Marín con convicción. La meta es lograr exportaciones adicionales por 30.000 millones de dólares antes de 2030, con un efecto multiplicador sobre la economía que, según el ejecutivo, puede sacar a la Argentina de su inestabilidad macroeconómica histórica.

El nombre «4×4» simboliza la meta de multiplicar por cuatro el valor de la compañía en cuatro años.

Inversión focalizada en Vaca Muerta

Para Marín, el petróleo de Vaca Muerta es «la inversión más rentable para YPF y para la industria». YPF, solo este año, invertirá 3.300 millones de dólares. «Cuando se logre eliminar el cuello de botella del petróleo de Vaca Muerta, la inversión de toda la industria en Vaca Muerta y otras áreas equivaldrá a la inversión anual de la tercera y cuarta supermajor petrolera a nivel mundial. Esto representa una inversión total de la industria de aproximadamente 15.000 millones de dólares, de los cuales la mitad provendrá de YPF», explica. La obra estrella es el Oleoducto Vaca Muerta Sur, calificado como «la inversión en infraestructura privada más grande de la historia argentina».

Inversiones disruptivas y GNL como salto estratégico

El Gas Natural Licuado es uno de los pilares estratégicos de la expansión internacional. YPF proyecta exportar GNL a escala global sin competir con el mercado interno. Además, promueve inversiones privadas en infraestructura complementaria, como trenes para transportar trabajadores hacia y desde Vaca Muerta. «Se terminó el Estado bobo y la YPF de boba», sentencia Marín.

La revolución silenciosa en las estaciones de servicio

El segmento de downstream también está atravesando una transformación. A través de inteligencia artificial, YPF aplica microprecios dinámicos y estrategias de autodespacho para mejorar la eficiencia operativa en las estaciones. Se están testeando precios más bajos por la noche y la automatización del servicio, donde los usuarios se sirven y pagan con la app.

Los negocios complementarios también cobran protagonismo: YPF es el segundo mayor vendedor de hamburguesas del país y domina el segmento de café, con 2 millones de unidades vendidas por mes. Próximamente, se incorporarán productos regionales y comidas típicas, integrando la identidad local a la experiencia del consumidor.

Vaca Muerta, el gran multiplicador

Vaca Muerta no solo es una fuente de hidrocarburos: es una usina de riqueza. El presidente de YPF asegura que su desarrollo «puede dejar a la Argentina sin problemas macro durante al menos siete años». Las regiones cercanas, como Sierra Grande, ya evidencian un efecto multiplicador, con más empleo, infraestructura y actividad económica.

El proyecto de GNL –reconocido recientemente como la inversión energética de mayor impacto global – es motivo de orgullo. “Lo que no estaba en la Argentina y estábamos perdiendo, ahora lo tenemos”, afirma Marín, en referencia a la oportunidad de exportar gas en estado líquido a gran escala.

Desafíos laborales y estructurales

En cuanto a las relaciones con los gremios, el presidente de YPF destacó el diálogo permanente: “Los problemas se resuelven con la persona en la mesa”. No obstante, también fue crítico con el llamado «costo argentino», señalando que ciertos insumos cuestan hasta tres veces más que en EE. UU. y que el transporte por rutas nacionales puede incrementar entre un 50 y 70% los costos logísticos.

El mensaje de Horacio Marín es claro: YPF ya no es una empresa pasiva ni dependiente del Estado. Es un actor dinámico que impulsa la transformación productiva del país con una mirada de largo plazo, eficiencia privada y un enfoque comercial competitivo. «Vamos a hacer historia», concluye.