Tras la presentación del Presupuesto 2026 por parte del presidente Javier Milei, Osvaldo Giordano planteó su mirada crítica sobre los puntos que afectan directamente a Córdoba. Entrevistado en Punto y Aparte, Punto a Punto Radio (90.7), el presidente del IERAL, exfuncionario de Milei y exministro provincial, advirtió que la asignación prevista para la Caja de Jubilaciones de Córdoba es insuficiente y que “sin una regla automática, transparente y actualizada de transferencias es imposible planificar”.

En el proyecto de Presupuesto se habla de más de 120.000 millones de pesos para la Caja de Jubilaciones de Córdoba. ¿Ese monto alcanza para todo el año?
—Ese es uno de los puntos más deficientes para las provincias. Se repite lo que ya pasaba en otros presupuestos: no hay una regla automática, transparente y actualizada de transferencias, sino un monto global que seguramente es insuficiente. La demanda de todas las provincias supera lo previsto. Creo que es uno de los temas más importantes que debería ser motivo de diálogo entre Nación y provincias.

Desde la oposición dicen que se trata de un presupuesto “viejo”, porque se elaboró antes de los últimos sacudones económicos. ¿Coincidís?
—Sí. La Argentina es un país de tanta inestabilidad que desdibuja algo tan relevante como el Presupuesto. Las estimaciones de inflación y de crecimiento del PBI lucen demasiado optimistas a la luz de lo ocurrido en las últimas semanas. De todos modos, es mejor tener Presupuesto que no tenerlo, aunque haya que revisarlo en la ejecución.

El reclamo por las cajas previsionales y la discusión macroeconómica

Más allá de la exigencia del FMI, ¿sirve tener una Ley de Presupuesto?
—Sí, como sociedad nos conviene. Aun con debilidades metodológicas, es una referencia que fija prioridades, criterios y líneas de acción. Si Argentina avanza hacia mayor estabilidad, eso se irá mejorando. El equilibrio fiscal no se negocia, pero hay distintas formas de alcanzarlo con base en el consenso con legisladores y gobernadores. Ojalá el Gobierno tenga esa actitud abierta y la oposición sea constructiva.

En la “letra chica” se elimina el piso del 6% del PBI para educación, el 1% para ciencia y tecnología, y se ajusta el beneficio de “zona fría”. ¿Qué opinás?
—Esos puntos están. Algunas cosas ya venían ocurriendo en la práctica. Poner mínimos atados al PBI no es una buena práctica: muchas veces no se cumplen o se fuerzan los números para cumplir. Es mejor discutir con amplitud cuánto se lleva la universidad, la educación, la salud. Lo mismo con subsidios: el sinceramiento tarifario y la reducción seguirán, generando espacio para aumentar otros gastos.

La meta de inflación del 10% y el dólar proyectado por debajo del actual, ¿son realistas?
—El dólar está desfasado respecto al presente y un 10% de inflación luce muy difícil, aun siendo “punta a punta”. También es improbable un crecimiento del 5%. Son supuestos demasiado optimistas que distorsionan el Presupuesto.

Obras, gobernabilidad y el impacto político del Presupuesto 2026

Córdoba insiste con obras como la Ruta 19. ¿Es viable en este contexto?
—Es imprescindible que los gobernadores planteen estos temas, empezando por las cajas previsionales, que son el gasto más grande y relevante para provincias como Córdoba, Santa Fe y Buenos Aires. El Presupuesto es muy apretado, prácticamente de equilibrio fiscal. No sobra nada, pero con creatividad y buena predisposición se pueden encontrar formas. Las prioridades son primero lo previsional y después algunas obras claves.

¿El Presupuesto aporta algo de esperanza en un contexto de estancamiento?
—Si logra el apoyo suficiente para aprobarse en el Congreso, aun sin grandes novedades, puede ser positivo. Da un marco de referencia y cierta tranquilidad a los actores económicos. Venimos de meses de estancamiento e ingresos paralizados; salir de dos años sin Presupuesto ya sería un paso adelante.

¿La caída de La Libertad Avanza en las encuestas se explica más por la economía o por los conflictos internos?
—Como ciudadano digo que la economía pesa, porque la gente evalúa cómo se siente, con ingresos reales muy bajos y una década de estancamiento. Pero también hay decepción por las denuncias: un gobierno que levantó la bandera de la transparencia no debería tener estos problemas. Eso genera desánimo y jugó en contra, por ejemplo, en Buenos Aires. El final sigue abierto.

La última: ¿seguís con la idea de presidir Atenas?
—No. Me mantengo con la presidencia de IERAL. Atenas lo dejo para otro: es demasiado desafío. Hoy veo los partidos por televisión.