Ya sea que se vote en octubre o en noviembre –como parece que puede suceder si se postergan por un mes los comicios generales–, Hacemos por Córdoba volverá a exhibir su sello de prescindencia. Ese con el que, solitario, ya compitió en las últimas elecciones legislativas y presidenciales de 2019.

Aunque el schiarettismo aseguraba sólo algunos meses atrás que la competencia individual ya no era una opción para 2021 –por el desgaste político y por los recursos que debían invertirse respecto de los resultados por obtener–, las circunstancias políticas actuales revirtieron aquella postura y retrotrajeron el tiempo. En términos de Marcos Peña, pasaron cosas.

La creciente injerencia de la vicepresidenta en los actos de gobierno aceleró el desmarque de Schiaretti.

Martín Soria, por ejemplo, no dejó transcurrir ni un día para explicitar cuáles son sus objetivos en el Ministerio de Justicia. La avanzada judicial se acelera y el primer objetivo es correr de la jefatura de los fiscales al interino Eduardo Casal, apuntado por Cristina Fernández.

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El proyecto por el que presiona la titular del Senado es el que flexibiliza los requisitos para nombrar al nuevo procurador General. Cristina se desvela por hacer ley esa iniciativa, de la cual es ideóloga. Despachó esa normativa del Senado sin demoras, pero está paralizada en Diputados. Ese freno tiene responsables; entre ellos, los cuatro legisladores schiarettistas. Ese grupo, a instancias del gobernador, no modificará su postura de no avalar con el cuórum las intenciones de la vicepresidenta.

Hasta diciembre, al menos, cualquier arremetida de Soria en Diputados chocará con la muralla schiarettista. 

Para darle el golpe de gracia a Casal, el Frente de Todos deberá obtener a través de las urnas los votos necesarios para sumar 11 nuevos diputados; sólo así podrá controlar el Congreso de manera total desde finales de año.

El gobernador Juan Schiaretti tiene decidido competir con una lista de incondicionales en octubre/noviembre. En lo que le atañe, el jefe del Panal buscará preservar la mejor relación posible con la Nación. Intentará que Alberto Fernández comprenda que, como gobernador de una provincia profundamente anti-K, no tiene margen para acordar con el Frente de Todos, donde la prevalencia de Cristina crece semana a semana. El partido provincial, a la cancha.

Claro que esta postura es intolerable para el senador Carlos Caserio, el primer albertista cordobés, quien cada vez que puede –y eso se intensificará– subraya que Schiaretti es un adversario del Gobierno nacional.

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Con todo, en el Panal trabajarán la línea institucional que aún sigue abierta y que tiene como principal interlocutor al ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro. Conservar las formas, aun en las diferencias electorales, es una postura que no resignará el gobernador. 

La calculadora peronista 

En Hacemos por Córdoba hay dos números muy distintos que marcan el nivel de las últimas cosechas legislativas nacionales. Se recuerda con mucho de nostalgia aquel 30 por ciento obtenido por Martín Llaryora en 2017. A pesar de haber constituido una dura derrota ante Cambiemos, cuya boleta fue liderada por Héctor Baldassi pero en realidad marcó una ratificación hacia la gestión de Mauricio Macri, aquel revés fue anhelado por el PJ cordobés en 2019, cuando en soledad Schiaretti decidió plantar la bandera de la prescindencia para pararse fuera de la grieta.

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El diputado Carlos Gutiérrez es el único fruto legislativo de aquella decisión, que marcó un piso de 17 por ciento para el peronismo de Córdoba. Esa marca volvió a evidenciar lo disímiles que son los comicios, según qué cargos se pongan en juego. Cinco meses antes, Schiaretti había arrasado en la provincia con el histórico 57 por ciento. 

En el peronismo, la gran pregunta que se impone es cuál de esos dos resultados se ajustará a la realidad de este año. ¿El 17 por ciento es el techo? ¿O se trata de un piso accesible desde el cual se puede crecer?

Con un escenario parecido al de 2019, en el entorno del gobernador creen que será muy difícil superar un 20 por ciento. El número que más se ajusta es 18 por ciento, muy similar al logrado hace dos años. De darse un desempeño así, sólo redundaría en la obtención de una banca para la Cámara Baja.

Ese número, inferior al 20 por ciento, es un umbral que pone en zona de riesgo la conquista del objetivo en el que está embarcada la diputada Alejandra Vigo: pegar el salto al Senado. 

Enfrente se erige el 23 por ciento logrado en 2019 por el tramo legislativo del Frente de Todos, toda una señal de alarma para las aspiraciones de la primera dama cordobesa.

SÍNTESIS POLÍTICA

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