Trabajadoras incansables a las que debemos la vida, las mamás en el cine han sabido sobreponerse a cualquier adversidad. Como las nuestras. Aunque ahora estén de moda las madres de pasado problemático con presente paranormal, a nosotros las que nos motivan son las madres de armas tomar.

No sin mi madre

Linda Hamilton pasó de víctima ideal de ese giallo de ciencia ficción que es ‘Terminator‘ a la mujer más peligrosa y más preparada de América en ‘Terminator 2: El juicio final’. Su evolución llegó a golpe de porra en el pabellón psiquiátrico y a la dieta sin sal del hospital mental hasta convertirse en un icono del cine de acción de los 90. Y eso que estaba en una película de ciencia ficción.

Una de las últimas en pasar por el filtro de madres de armas tomar ha sido Salma Hayek. A pesar de que hace ya cinco años de ‘Everly’, son pocas las personas que han pasado por caja para degustar uno de los trabajos más finos de Joe Lynch, irregular macarra acostumbrado a torear con el género desde abajo.

A pesar de que los tiroteos no están muy trabajados (¡quién necesita coreografías!), ni la planificación sea la más elaborada, el director demuestra que su rollo es el terror y la presencia física de Salma Hayek.

Un guión salvaje, tanto por la historia como por unos diálogos afilados al máximo, hicieron que el guión de ‘Memoria Letal’ fuera el más caro de la historia en su momento. Vista hoy, la película de Renny Harlin y Shane Black es un ejemplo de lo que debería ser hoy un género que ha perdido toda la corporeidad en favor del trabajo por ordenador.

Geena Davis, pareja entonces del director de ‘Máximo Riesgo’, encarnó a la (súper) heroína de acción ideal en un título que bebía de los trabajos de Robert Ludlum pasados por el genuino toque Black de barrio bajo. Samuel L. Jackson ya debía trabajar por entonces con Carol Danvers. ‘Memoria Letal’ ya es un clásico de las navidades por derecho propio.

Por su parte, a la novia y madre favorita del cine de los últimos quince años la encarnó Uma Thurman en las dos películas (¿o solamente era una muy larga dividida en dos partes?) de Quentin Tarantino sobre venganzas, kung fu y estética colorista y sanguinolenta.

‘Kill Bill’ es grande y seca como el maldito desierto. Como Beatrix. Diálogos hermosos, gente rota y un Robert Richardson en plenitud que no necesita adornar las peleas para hacerlas más chulas. Beatrix sigue siendo el animal más hermoso del universo QT.

Esta abuela es un peligro

El mismísimo Sylvester Stallone, más conocido como ‘Rambo’, ‘Cobra’ o ‘Demolition Man’ tuvo que recurrir a su mamacita en la muy noventera (y verbenera) ‘¡Alto! o mi madre dispara’, dirigida por el muy noventero (y verbenero) Roger Spottiswoode.

La mítica Estelle Getty, con un chándal de tactel como el que tuvimos tú y yo, resultaba la mar de simpática como madre imposible de un Stallone que no pasaba por su mejor momento. Da lo mismo: ver a Sly cargar con esa señora sobre los hombros siempre resulta desternillante.

La última en subirse al carro de la acción ha sido la siempre favorita Jamie Lee Curtis, que nos enamoró de niñera y que ahora que peina las canas más cool de Haddonfield, Illinois, apunta con mejor tino que en la indispensable ‘Mentiras Arriesgadas’.

En ‘Halloween‘, Curtis no está para hostias, que diría The New Raemon. Aunque el mal siempre prevalece en la franquicia de John Carpenter, Curtis es una abuela, una madre y una víctima sedienta de venganza que no descansará hasta ver a Michael Myers arder en el infierno.

Que la película no termine de ser todo lo interesante que debería haber sido es lo de menos. Ella vale el precio de la entrada. Tú también lo vales. Feliz en tu día.