Por Eduardo Bocco. El peronismo de Córdoba va a los barquinazos, porque a los problemas propios se suman las barbaridades que cometen funcionarios –algunos presos– y los desgraciados fenómenos naturales, que son una tragedia aprovechada por dirigentes opositores al “cordobesismo” para darse un festín.
El presidente Javier Milei a través de voceros calificados y su antecesora y rival, Cristina Fernández, aprovecharon para echar más leña al fuego. CFK afirmó sin pruebas que los autores intencionales de los incendios en las sierras son los desarrollistas o bien los interesados en llevar adelante emprendimientos agropecuarios. Lo dijo sin ponerse colorada. Nadie salió a contestarle, como era lógico suponer.
Al verse acorralado por el cerco mediático y de redes sociales que le tendían el gobernador Martín Llaryora salió a defenderse y emprendió un viaje al corazón de la Punilla que ardía para supervisar los trabajos de bomberos. Puede entenderse como un gesto de apoyo y de solidaridad, pero es como si un operativo para prevenir el dengue lo supervisara el ministro de Obras Públicas.
Para los estrategas comunicacionales del gobierno hay que aprovechar todos los gestos para evitar el efecto tobogán. Por eso se difundió ampliamente una foto del gobernador con los intendentes de las localidades más golpeadas por la tragedia.
Está claro que si el gobernador no hubiera hecho nada, los periodistas le caeríamos y lo acusaríamos de dormirse en los laureles. Bueno, esa es la realidad.
Esto sirve para recordar un ejemplo: Cuando ocurrió el trágico y doloroso alud en San Carlos Minas (enero de 1992), a las pocas horas llegó el entonces Carlos Menem (casi disfrazado de explorador) acompañado por medio gabinete, trajo ayuda social y visitó a los vecinos que se habían quedado sin nada. Lo hizo casa por casa. Los pobladores le agradecieron.
A los dos días recién llegó el entonces gobernador Eduardo Angeloz acompañado por el ministro Octavio Cortés Olmedo. Ambos de traje y con los zapatos bien lustrados. Se cuidaban de esquivar los charquitos de agua que se cruzaban en sus caminos. La foto del saltito fue tapa de los diarios del país. Se burlaron.
Por eso, todo tiene sus pros y sus contras.
Sacando tajada. Por otro motivo, hoy las chanzas porteñas siguen vivitas y coleando. A Juan Schiaretti los porteños, o mejor dicho buena parte del sistema político de Caba, lo tomó en sorna porque casi que lo subestiman cuando hablan del proyecto de ser candidato a diputado nacional por la ciudad de Buenos Aires. Últimamente otras versiones (¿antojadizas?) le asignan alguna chance de ser postulante a senador por ese distrito, que elige representantes a la Cámara Alta en las elecciones del año que viene. Habría que recordar que la esposa de Schiaretti es Alejandra Vigo, senadora nacional por Córdoba quién no concluye su mandato. De este modo, si el exgobernador resulta electo se daría el inédito caso que un matrimonio ocupe sendas bancas en la Cámara Alta del Congreso, lo cual los tendría a los dos como centro de innumerables burlas.
A su vez, en Córdoba siguen los desencuentros del oficialismo. El legislador viguista Leonardo Limia pidió una sugestiva licencia de 35 días y la titular del cuerpo, Myrian Prunotto, no estuvo presente en la votación de las reformas a la ley del juego on line. Todo muy extraño.
Obviamente, el peronismo supervive y no sufre más efectos negativos tras su cuarto de siglo en el poder porque la oposición es un flan y carece de identidad. El radicalismo sigue siendo una kermese y el juecismo duda entre plantarse firme como un partido de oposición o correr a los brazos de los hermanos Milei, con la intención de ganarle al peronismo, más allá de las denuncias de fraude de 2027.
Las huestes de Milei no lo quieren a Juez ni a Rodrigo de Loredo, pero no tienen ni para empezar cuando se cuenten los votos. Lo que entusiasma a los opositores es que al “milagro argentino” le cuesta ponerse en marcha. Se bajó drásticamente la inflación, lo cual es digno de ponderarse, pero, a la par, la recesión amaga con convertirse en histórica también. Se vienen meses estivales cargados de angustias e incógnitas.