El desesperado mensaje de un piloto de la Fórmula 1 bajo la lluvia en San Pablo: «¡Estoy tratando de no morir!»

Las imágenes del Gran Premio de Interlagos en la Fórmula 1 del pasado fin de semana resultaron impresionantes en cuanto a los diferentes accidentes que hubo, sobre todo los de Franco Colapinto y Alex Albon, quienes dejaron inutilizados ambos Williams. Es que buscar los límites bajo lluvia suele generar despistes.

Y, por más agua que caiga, a los pilotos se les exige seguir acelerando, nada de andar como paseando o llendo a misa. Eso le sucedió a Colapinto, por ejemplo, cuando quería ir a boxes para cambiar las gomas para lluvia en lugar de las intermedas, y le pidieron que se quedara en pista y apretara. Franco terminó enroscado contra la pared.

A otro que le podría haber sucedido algo similar es a Oliver Bearman, el inglés que manejó el Haas de Kevin Magnussen quien, indispuesto por una enfermedad, debió dejarle la butaca al joven reserva de 19 años, cuyo sueño era llegar a la F1, y así lo hará, ya que en el 2025 será piloto titular de la escuidería estadounidense junto con Esteban Ocon.

Pero de ahí a tener que manejar bajo la lluvia, ese seguro que no era su anhelo, aunque naturalmente debió hacerlo…

El inglés había sido 10° en la clasificación para la carrera Sprint y 14° en esa prueba. Luego, bajo lluvia consiguió el 17° lugar para la largada de la carrera larga, en la que se dio una conversación que se conoció este martes entre Bearman y el ingeniero de Haas que lo llevó en pista.

El cambio de mensajes se genera cuando el piloto le dice a su interlocutor que no se ve nada para manejar, pero desde el box no empatizan y le comentan que lo sigue Checo Pérez, que «está yendo rápido con neumáticos de lluvia». O sea,que Bearman no solo debía mantenerse en pista, sino pisar el pedal para tratar de que el mexicano no lo superara.

Casi desesperado, el inglés hasta pide que se hable con la FIA por el peligro que era manejar bajo esas condiciones. A tal punto que cierra: «Estoy tratando de no morir«. Lo más tragicómico del tema es la respuesta del ingeniero: frío como un témpano, solo atina a decir «ok, entendido».

Finalmente, Bearman fue 12°. Ya con terminar alcanzaba para festejar…