Para Ercole Felippa, presidente de Manfrey, Córdoba es una provincia “privilegiada”, con una identidad propia que se refleja en su diversidad cultural, su potencial productivo y una tradición histórica de cuestionamiento al poder central. “Siempre tuvo un tono contestatario”, resume y plantea “a nuestros amigos porteños les decimos que para venir a Córdoba necesitan pasaporte”.
La historia de Ércole Felippa está íntimamente ligada al movimiento cooperativo. Su padre fue presidente de Manfrey en los años 60 y él mismo asumió la conducción de la empresa hace casi tres décadas. “El cooperativismo lo mamé desde muy chico”, cuenta. Lejos de una visión nostálgica, apuesta por una concepción moderna de este modelo, como una herramienta que combina eficiencia empresarial con impacto social.
“El cooperativismo tiene que adaptarse a los nuevos tiempos”, advierte. Y pone como ejemplo su propio pueblo natal, Freyre, donde Manfrey genera más de 500 empleos directos y la actividad económica se apoya en otras cooperativas que brindan servicios clave como luz, internet y agua potable. “La facturación de estas entidades da como resultado un PIB per cápita similar o superior al de muchos países europeos”, destaca con orgullo.
Manfrey: historia, innovación y compromiso
La cooperativa nació en 1943, como una unión de cremerías que buscaban escapar del dominio de una multinacional. Desde entonces, se transformó en una referencia en el sector lácteo nacional. En 1976 se convirtió en una cooperativa de primer grado, diversificó productos y mercados, y hoy apuesta fuerte por la tecnología.
Uno de los proyectos emblema es el tambo robotizado cercano a Freyre, donde las vacas son ordeñadas de forma voluntaria y automatizada, monitoreadas en tiempo real con chips que cuidan su bienestar. “Es un cambio de paradigma. Logramos eficiencia y calidad de vida para el animal y para los trabajadores”, afirma Felippa.
Con el plan “Manfrey 2030”, la cooperativa busca tener producción lechera propia, en respuesta al cierre de tambos y para sostener el entramado de pequeños productores.
Diálogo, consensos y visión de país
Felippa reconoce que el gobierno de Javier Milei tomó medidas macroeconómicas necesarias tras años de desequilibrios. Sin embargo, marca distancia con las formas. “No comparto la manera. Hay que buscar lo que nos une, no lo que nos separa”, reflexiona.
Subraya la importancia del diálogo y de acuerdos duraderos en temas estructurales como la reforma tributaria, la coparticipación o el equilibrio fiscal. “No se puede consensuar puteando”, lanza, sin vueltas.
Desarrollo desde el interior
Para Felippa, el crecimiento económico no alcanza sin desarrollo social. “La diferencia está en mejorar la calidad de vida de la gente”, dice. Y sostiene que el interior profundo, como Freyre, puede ser un modelo: con trabajo, innovación, producción local y distribución justa de la riqueza.
“Podemos crecer desde el interior y hacia el país. Córdoba tiene con qué”, concluye.