En una Argentina atravesada por datos macroeconómicos que empiezan a mostrar señales de alivio y, al mismo tiempo, una vida cotidiana aún golpeada por años de deterioro, el economista Gastón Utrera ofrece una lectura que invita a mirar más allá de las sensaciones. Mientras muchos hablan de estancamiento, él asegura que hay un rebote real en marcha, aunque advierte: sin reformas estructurales, la recuperación podría estancarse.

El titular de Economics Trends brindó su diagnóstico en el marco del ciclo Análisis de Coyuntura organizado por Punto a Punto en la sede de Officentes, en el complejo Capitalinas y con el apoyo de Pilay, Kolektor, Eguía Marcas & Patentes y Hospital Privado.

Desde la evolución del consumo hasta el nuevo paradigma cambiario, pasando por las tensiones entre el discurso libertario y la necesidad de inversión estatal, Utrera traza un diagnóstico que combina datos duros, advertencias políticas y llamados urgentes a la acción. En su visión, lo que está en juego no es solo la salida de la crisis, sino la posibilidad de construir una economía más competitiva, moderna y estable.

Consumo en alza: un rebote desde el fondo

Según Utrera, la percepción de que el consumo está frenado no se condice con los números: las ventas en supermercados crecieron 8,9% interanual en abril, mientras que los centros comerciales registraron una suba del 19%. Tras tocar fondo hace un año, estos indicadores muestran una recuperación sostenida.

A nivel de actividad económica general, si bien el EMAE marcó una caída en marzo, el índice privado de Orlando Ferreres anticipa un repunte en abril. El poder adquisitivo también da señales de mejora: los salarios formales crecieron 14,5% desde el piso de 2023, aunque persiste cierta volatilidad por la inflación.

Es raro plantear que el consumo está frenado cuando las ventas van para arriba”, subraya Utrera. La clave, sostiene, es comprender que la economía no sigue cayendo, sino que se está reacomodando desde un punto muy bajo.

A pesar de la estabilización macroeconómica, la microeconomía sigue golpeada. Comerciantes e industriales viven caídas de ventas y aumentos en la desocupación. El escenario electoral parece favorable al oficialismo, pero no se anticipan cambios drásticos en el Congreso.

Nuevo régimen cambiario y fin de la lógica devaluacionista

Uno de los cambios más profundos, a juicio del economista, es el régimen cambiario. A diferencia de otras gestiones, el actual gobierno busca estabilizar el dólar como estrategia central contra la inflación. “Si el plan económico funciona, el dólar va a ser bajo, no alto”, afirma.

El Banco Central cuenta hoy con una importante reserva de dólares genuinos, producto del canje de deuda con el FMI, lo que le permite mantener la estabilidad sin recurrir a emisión monetaria. Esto redefine la lógica empresarial: ya no se trata de ganar por la brecha o la especulación, sino de competir en “la era de los centavos”.

Reformas urgentes y coordinación público-privada

Aunque el gobierno avanzó en la apertura económica, las reformas estructurales marchan a paso lento. Esto genera un “costo de transición” alto para las empresas. Utrera pone el foco en dos áreas críticas: laboral y tributaria.

En materia laboral, propone modificar el régimen de delegados sindicales, la litigiosidad por riesgos de trabajo, ampliar el autoseguro para pymes y profundizar el fondo de cese laboral incluido en la Ley Bases. En el plano tributario, critica la falta de respuestas ante distorsiones como la licuación del crédito fiscal por inflación o las amortizaciones históricas.

Desde Córdoba, el empresariado presiona para acelerar estas reformas, no desde una posición ideológica, sino con una agenda de intereses comunes: reducir costos para sostener el modelo de dólar estable sin necesidad de devaluar.

Infraestructura: sin obra pública, ¿quién invierte?

Con el repliegue del Estado en la obra pública, se abre un interrogante sobre la inversión en infraestructura, sector intensivo en capital. Utrera señala experiencias internacionales donde la inversión privada superó el 50%, pero advierte que esto requiere condiciones macro estables, seguridad jurídica y marcos regulatorios adecuados.

Paradójicamente, sostiene, “más inversión privada necesita más Estado”, no menos. Además, refuta la idea de que toda deuda pública es inmoral: si financia infraestructura que mejora el futuro, se justifica.

El agro, la industria y el sesgo oficial

El gobierno tiene afinidad con el agro, sector que considera competitivo por naturaleza. Las retenciones persisten por necesidad fiscal, pero con la promesa de ser eliminadas cuando mejore la recaudación. El fin de la brecha cambiaria representó un alivio clave para el campo.

En contraste, la industria enfrenta mayores desafíos. Utrera propone una estrategia de acuerdos “pragmáticos”, no ideológicos, para que el sector privado acompañe el plan económico con una reducción de costos que permita sostener el dólar bajo.

Finalmente, Utrera plantea un diagnóstico integral: la macro empieza a ordenarse y el consumo rebota desde un piso histórico, pero el alivio aún no llega al bolsillo de la mayoría. La sostenibilidad del modelo dependerá de la capacidad política para impulsar reformas estructurales, sin dogmas y con pragmatismo, desde una articulación inteligente entre Estado, empresas y actores políticos. En ese equilibrio reside, tal vez, la clave de una salida duradera.