En un país donde hablar de ahorrar suena casi a ciencia ficción, y donde menos del 10% de los argentinos invierte activamente, dos cordobeses decidieron desafiar el statu quo. Desde orígenes bien distintos —Camussi, administrador apasionado por las finanzas; Cornero, psicólogo con una mirada humanista—, ambos detectaron que el problema no era sólo la falta de educación financiera, sino un obstáculo aún más profundo: el malestar emocional vinculado al dinero.
“Nos preguntamos por qué la gente no invierte si todos dicen que quieren hacerlo”, relata Tomás Camussi. La respuesta, para ellos, no estaba en las tasas, los activos ni las plataformas, sino en los “ruidos” —como los llama Daniel Kahneman, el Nobel que inspiró su visión—: exceso de información, miedos, tabúes, desconocimiento, creencias heredadas.
De ese insight fundacional nació BeeWe, una fintech que no se define por el rendimiento sino por el propósito: ayudar a las personas a sentirse mejor con sus finanzas. “Queríamos construir una herramienta que genere impacto, no solo dinero. Que ayude a cambiar hábitos desde lo humano y lo conductual, no desde lo técnico”, apunta Cornero.
Una aplicación para empezar por el principio
BeeWe es una aplicación de ahorro e inversión que automatiza decisiones, pero que primero se enfoca en entender a cada usuario desde su psicología financiera. No hay preguntas tipo “¿sos inversor conservador o agresivo?”. En cambio, se analizan predisposiciones reales y emocionales para diseñar una estrategia basada en objetivos.
“Usamos un modelo que se llama Goal-Based Investing. Primero te ayuda a construir un fondo de emergencia en pesos. Luego, metas en dólares. Y después, inversión a largo plazo en índices como el S&P 500”, explica Camussi. Todo eso ocurre en forma automática, desde una cuenta regulada por la CNV.
La clave es que BeeWe no solo gestiona dinero: gestiona comportamiento. “Las billeteras virtuales están hechas para consumir. El cerebro lo sabe. Por eso el ahorro tiene que estar separado, ritualizado, ‘gamificado’, como con medallas y nudges que te motiven”, cuenta Cornero. Y agrega: “el conocimiento no alcanza. Todos sabemos hacer la cuenta del almacenero. Pero no la hacemos. ¿Por qué? Porque la cabeza no quiere. BeeWe trabaja sobre eso”.
Educación emocional y constancia antes que rentabilidad
En un país con inflación estructural y brechas cambiarias, hablar de ahorro suele sonar ingenuo. Pero BeeWe prefiere enfocarse en lo que sí puede controlarse: los hábitos. “Tenemos usuarios que transfieren $5.000 todos los días. Eso, con constancia, es mucho más poderoso que una gran inversión sin disciplina”, dicen.
Más que competir por rendimiento, BeeWe busca ganarse la confianza del usuario común. “Si te ayuda a evitar que pagues el mínimo de la tarjeta, si te permite tener un fondo cuando se rompe la moto o hay una urgencia médica, ya generó un cambio enorme”, explican.
Además, trabajan con empresas para promover el bienestar financiero de sus empleados, en línea con los planes de educación financiera que impulsa la CNV para 2025-2026. Porque, como remarcan, “más plata en el mismo bolsillo, con la misma cabeza, produce el mismo empobrecimiento”.
Tecnología con propósito (y con raíces cordobesas)
BeeWe opera hoy solo en Argentina, pero el objetivo es expandirse en Latinoamérica, donde los niveles de educación financiera también son bajos. El equipo está formado por más de 12 personas, con fuerte foco en valores como la transparencia, la simpleza y el disfrute.
“Nuestra visión es convertirnos en una plataforma referente de ahorro e inversión, pero con foco en el usuario real, no en el inversor sofisticado”, dice Camussi. Aunque reconocen que están “atajando penales” como todo startupero, confían en que su diferencial —la integración entre tecnología, psicología y finanzas— les da una ventaja competitiva única.
Porque, como resumen en una frase que podría ser su mantra: “BeeWe no es una plataforma de rendimiento. Es una plataforma para ayudarte a confiar en vos mismo”.