Agustín Canapino con Olé: el sueño que cumplió, el deseo de volver a IndyCar y su perfecto inglés

Cinco copas. Treinta y cinco años. El mundo quiere saber cuál es la receta mágica de Agustín Canapino, rey absoluto del automovilismo argentino (¿alguien tiene dudas?). Sorprendentemente, no es difícil dar con la respuesta: tiene hambre y no se conforma con nada. Ganó su quinto título de Turismo Carretera, pero aclara que «quiero más el del año que viene que este»; habla de Guillermo Ortelli, heptacampeón con el que trabaja en el Canning Motorsports, y se esperanza con que «ojalá lo pueda alcanzar» aunque ya haya cumplido «el sueño del pibe», y recuerda su paso por la IndyCar, que duró hasta fines del 2024, remarcando que tiene «el deseo y las ganas» de obtener revancha. Esta bestia competitiva, quien ya era histórico y dio un paso más hacia la eternidad, pasó por la redacción de Olé, trajo la Copa de Oro y continuó con la celebración.

-Antes de adentrarnos en la consagración, hay que hacer un parate en los festejos en Arrecifes. ¿Qué pasó en la parrilla de Quique?

-Habría que preguntar qué no pasó, porque pasó de todo. Fue un festejo intenso. Como se dio la particularidad de que éramos casi campeones, porque las posibilidades eran altísimas, los chicos se encargaron de armar algo bien, con tiempo. Les dije que se hicieran cargo ellos, yo no me quería quemar, pero que tenían mi aval… La realidad es que va a ser muy difícil que se vuelva a presentar una situación así y festejar un campeonato como lo hicimos, con todo organizado, con tiempo, show, banda, escenarios, fuegos artificiales… Terminó siendo un festejo hermoso.

-La cantidad de anécdotas que te habrán quedado…

-Toqué el bombo, bailé, grité… Mis amigos y parte de mi familia están todos afónicos, recién ahora están recuperando la voz. Solamente me dolieron más las piernas un día después de casarme, el lunes estaba como ese día.

-Vos mismo dijiste que difícilmente se repita una coronación como esta y se explica por tu dominio. Este año te los comiste crudos.

-Fue un buen año, ja. Va a ser muy difícil de repetir. Siete poles, ocho podios, seis victorias. Todo el año muy firme, contundente y en ascenso permanente. Va a ser muy difícil que se repita y tenemos que disfrutarlo, fue un año soñado.

-Te llevo al sábado, cuando hiciste la pole position y, aun sin haber asegurado el título, te largaste a llorar por varios minutos. ¿Qué pasó?

-No quería que eso sucediera, pero me invadió una emoción muy grande cuando hice esa vuelta. Fue una adrenalina inmensa y la sentí en todo momento, había mucha presión, se me vino mi viejo a la mente ( NdeR: Alberto, chasista histórico que falleció en 2021), todo lo que viví en Estados Unidos, otras cosas personales que siempre andan dando vuelta… Fue un coctel de emociones que no aguanté, ni yo podía creer que no podía parar, tuve que pedir que me dieran un rato. Fue un poco engorroso, pero me hizo muy bien. Fue un momento de mucha emoción y descarga que hoy lo agradezco, porque pude estar el domingo, puedo estar hoy, puedo hablar de mi papá y de todo lo que me pasó sin problemas. Me hacía falta algo así.

-Lo tuviste muy presente a tu viejo durante toda la fecha…

-Lo tengo presente permanentemente. Lo tengo muy conmigo. Cuando me hablan de que es mi primer campeonato sin mi viejo, mi respuesta es siempre la misma: no siento que sea sin mi viejo, para mí es con él porque yo soy parte suya. Siento que él está de alguna manera.

-¿En qué cosas se lo extraña?

-Siempre pongo el mismo ejemplo: es como tener el libro gordo de Petete. Él sabía todo, entendía todo, tenía una capacidad tremenda para el automovilismo. En eso se lo extraña, en esa consulta y charla permanente en todos los sentidos del automovilismo, no solo lo técnico. Podía predecir cosas que iban a pasar.

-¿Qué cambió entre el Canapino que salió campeón en 2019 y este?

-Pasaron seis años, perdí a mi viejo, a mis abuelos, fui a Estados Unidos, volví, hubo una pandemia en el medio… Pasó muchísimo, cosas que van forjando y formando la personalidad.

-Para sacarles la duda a los hinchas, ¿vas a ir con el #1 o con el #86?

-Con el #1, sin dudas.

-¿Y por qué? Lando Norris optó por lo mismo, pero en su momento Lewis Hamilton se quedó con el #44.

-Lewis es bastante particular, creo que fue el único que eligió eso, ja. Los demás, todos eligen el #1 y es porque cuesta mucho, sobre todo en una categoría como esta. Es tan difícil, tan competitivo, cuesta tanto y tenés todo un grupo de gente por detrás que da la vida para que suceda y obviamente que el #1 es la satisfacción y la confirmación de todo ese trabajo hecho. Para mí no resiste análisis.

-Guillermo Ortelli es de tu equipo y hay buena onda, pero ya tiene que empezar a temblar por cómo te le acercaste…

-Ojalá que lo pueda alcanzar, me encantaría y él estaría feliz, lo ha declarado y lo sé porque lo conozco. Sería el más feliz de todos. Aparte, este lo gané con él; si puedo ganar otro más, que no sé si pasará pero ojalá que sí, espero que sea con él. Quiero que parte de mi historia en el TC sea con Guille, es el sueño del pibe.

-¿Ya caíste en lo que lograste?

-Trato de disfrutarlo, de tomar consciencia, no me modifica en nada. Siempre soy y seré el mismo Agustín de toda la vida, no me creo nada, pero por supuesto que verme en esa lista por detrás de Juan Gálvez, Guillermo Ortelli y Juan María Traverso, viniendo yo y detrás el otro Gálvez, me hace pensar «wow». Es realmente un montón para mí.

-Te etiquetaron como el Messi del automovilismo argentino y dijiste que era una locura. Si no lo sos, ¿quién lo es?

-De Messi no tengo ni una uña, ja. Pero obvio que soy un agradecido a todos los que me tiran flores. La respuesta es real. Algunos dicen que me pongo el cassette, pero no lo hago y realmente lo pienso, esto es un deporte de equipo. Yo soy el 9, el que tiene que meter el gol, pero Messi no hubiese sido Messi sin todo un equipo por detrás y lo mismo pasa acá. Soy el que tiene que definir y manejar ese auto.

-¿Cuál sería tu Dibu Martínez, el que está cuidándote?

-No sé qué posición ponerle… Scaloni vendría a ser Gustavo Lema, el dueño del equipo. Walter Pérez y Sergio Vagnoni, los socios, serían Aymar y Samuel, por poner un ejemplo. Después, el grupo de mecánicos e ingenieros son los que hacen el desgaste del día a día.

-Siempre decís que los objetivos se renuevan, ¿pero qué más hay después del quinto título?

-Sinceramente, quiero más el del año que viene que este, porque lo difícil siempre es mantenerse y revalidar, más a este nivel.

-También están los rumores de IndyCar. ¿Hay una posibilidad, por más mínima que sea?

-Hoy es solo un deseo de mi parte, por supuesto. Entiendo que a Ricardo, a quien le estaré agradecido toda la vida, también le gustaría y me encantaría volver a intentarlo. Hoy no tenemos la posibilidad de hacerlo, hay que juntar muchísimo dinero, preparar un proyecto, ver si él puede, si tiene la disponibilidad y el proyecto está a la altura. Es muy difícil, no es de un día para el otro ni algo sencillo de hacer, pero el deseo y las ganas están. Veremos si en algún momento antes de retirarme tengo la oportunidad de hacerlo.

-Tras la consagración, dijiste que esta copa fue «volver a vivir» después de lo que pasaste en Estados Unidos. ¿Qué pasó que no se sepa?

-Es muy larga la historia y no me gusta volver atrás. Soy un agradecido y estoy feliz por la experiencia que tuve, me fue mejor de lo que me hubiese imaginado. Me dio pena volverme porque clasifiqué 10° en las últimas dos carreras, de a poco me empezaba a sentir bien, estaba competitivo, pero así se dio, ya pasó y ahora quiero disfrutar de esto.

-Todavía duele cómo se escaparon las últimas 500 Millas de Indianápolis…

-Me la mandé. Venía tan bien, con el grupo de punta… Por la victoria no iba a pelear, porque estaban tanto Pato como Newgarden que tenían un auto claramente superior, pero sí para el segundo o tercer grupo.

-Habrás visto que hay mucho furor por el TC en el exterior. Cuentas inglesas, estadounidenses, con curiosidad por los motores y los autos…

-Cuando estaba en Estados Unidos y les mostraba a los que trabajaban allá, que hay mucho europeo y mucho norteamericano, el sonido de los autos los volvía locos. Cuando les decís que son 50 autos, te preguntan ‘¿cómo que 50 autos? y no lo pueden creer. Tenemos una categoría única en el mundo, fabulosa, la pasión nuestra es única. Por eso el TC es lo que es, y con toda esta renovación que está sufriendo y esta incorporación de marcas el futuro es aún mejor.

-Ya que estuviste aprendiendo durante tu paso por la IndyCar, ¿te animás a darles la bienvenida en inglés a esos seguidores de afuera?

-No me quemés… Le perdí el entrenamiento. Escucho y leo en inglés y entiendo todo, pero le perdí la práctica. Antes hasta pensaba en inglés y ahora ya no lo puedo hacer más.

-Lo que te salga del corazón.

-Thanks for watching our category this year, and I would like you to watch next year too because we are going to have new models and news cars; we are going to have a very exciting year in 2026 (en español, «gracias por seguir a la categoría este año, me gustaría que también la vean el año que viene porque tendremos nuevos modelos y autos; va a ser un 2026 muy emocionante»).

-Va a ser emocionante y tenés que ir por la copa de vuelta.

-Vamos a ir a buscar la del 2026 con más ganas que la del 2025. Lo vamos a intentar por todos los fanáticos de Chevrolet.

-Este año les tocó sufrir a los de Ford…

-Venían muy dulces. Vinimos para amargarles un poco la fiesta.